Dicen que el amor de verdad llega cuando no te lo esperas, y mientras caminaba por ese centro histórico, descubriendo qué ver en Varsovia en un día, llegó sin que lo pudiera sospechar. Sin saber muy bien qué ver allí o qué me esperaba, terminó siendo uno de los lugares más bonitos y que más me transmitieron de todos los vistos.

Tenía pensado dedicar las siguientes entradas del blog, a un road trip que hicimos por Croacia, Bosnia y Montenegro el mes pasado,  pero no me podía imaginar el flechazo que me esperaba la semana pasada en Polonia. Durante 5 días, fui de Milán, a Turín y a Pisa, para acabar finalmente en Varsovia.

Un destino en el que nunca había pensado, un chollo de vuelo por casualidad, y terminé completamente enamorada de la magia y el encanto que desprende en cada esquina, de su limpieza, su sensación de paz, de seguridad…

De su gente amable y cercana, que acepta al turista como a un igual, sin explotarlo, sin ahorrar sonrisas; su belleza, sus mezcla de edificios modernos y antiguos; de sus parques y de cómo el otoño llega aquí: con sus flores, el caer de sus hojas mientras paseas…

De su juventud y su experiencia; sus suelos empedrados y sus avenidas mejor asfaltadas… Creo que podría abrazarme a esta ciudad, a sus casitas de tonos claros, a la luz entre sus árboles, a los senderos entre ellos, sus colores ocre, amarillo, anaranjado…

Fundirme con el viento cálido de la mañana, más propio de meses estivales que del otoño… Vamos, que después de tanta descripción floripondiosa (¿esto existe?) queda claro que me encantó 🙂

QUÉ VER EN VARSOVIA EN UN DÍA

Iba a estar aquí un día y medio pero, mi vuelo desde Pisa llegó con 4 horas de retraso (cosas de la niebla…), así que disfruté de una noche y de un día completo, en el que me pasé unas 11h caminando, solo parando para comer y ver un par de museos. Pero me dio tiempo a recorrer muchísimo.

Mi hotel, bueno, mi apartamento, estaba al sur del extraordinario edificio del Palacio de la Cultura y la Ciencia, así que decidí comenzar mi ruta un poco más al sur todavía, en el Parque Lazienki , para después ir ascendiendo hasta llegar al centro y el oeste.

El apartamento donde me alojé era precioso: con una cama enorme, cocina, baño y bien ubicado. La dueña, encantadora, me facilitó planos, me aconsejó qué ver y me dejó hasta chocolatitos por la casa. Era el Local Apartment Poznańska.

Aún con mapa, casi me meto en el jardín botánico en lugar de en el parque, y era difícil hacerte entender. Para mí el polaco: incomprensible. Y en general, hablaban inglés los jóvenes que estudiaban; adultos y gente trabajando no se manejaban. Menos mal que gesticulando se va saliendo del paso y así supe que tenía que continuar.

PARQUE LAZIENKI

El Parque Lazienki  es maravilloso, naturaleza en estado puro con edificios preciosos que encajan a la perfección con el paisaje. No solo no lo estropean si no que lo embellecen todavía más.

Como muchos otros, fueron prácticamente destruidos en 1944, pero ya en los primeros años de la postguerra se pudieron reconstruir.

Me preguntaba si en un día oscuro de lluvia, sin todos esos colores otoñales, el efecto bucólico ( y de embobamiento) que me provocaba, sería el mismo. Pero me dio igual, estaba alucinando y me dejé llevar por ese mar de hojas caídas, lagos, estatuas, jardines y montones de excursiones de niños con sus grititos, risas y alegría contagiosa.

El Parque Lazienki es el espacio verde más grande de Varsovia, y en él se puede ver:  el Monumento a Fryderyk Chopin , el Palacio Belvedere en lo alto de una colina, el Palacio en la Isla…

De camino al centro quería ver el Parlamento, pero di vueltas y no pude ver la fachada principal. Tal vez no se pudiera pero me queda la duda.

La Avenida Aleje Jerozolimskie es una de las principales de Varsovia. Hay algún paso de peatones pero en general deberás atravesarla con unos pasos subterráneos. Están bastante alejados entre sí pero búscalos, ni se te ocurra cruzar por encima. Hay dos carriles en cada sentido, y en la zona central circulan los tranvías. Es una calle muy muy transitada y dificilísimo encontrar un momento sin coches . Hazlo bien, la gente además es súper respetuosa: suelen pararse en los pasos de peatones, no cruzan jamás en rojo… Y fue, buscando ese paso, como terminé por casualidad en el Museo Militar.

MUSEO MILITAR DE VARSOVIA

Al principio vi aviones en una zona ajardinada, pero a medida que me adentraba, empecé a ver armas, tanques …

Me puede la curiosidad y tengo que verlos todos. La verdad es que me encantan, pero con ciertos reparos ;no puedo dejar de pensar en que todo eso no tiene más que un fin, que al final, detrás de la defensa, es la muerte.

Volviendo al paso subterráneo en la avenida, decido apartarme y acercarme a las orillas del Vístula. Hay muchas obras pero sigue pareciéndome precioso todo lo que veo.

Hay un puente, el Swietokrzyski y, al otro lado se ve el Estadio Nacional. Lo había visto la noche anterior desde el centro. Estaba iluminado de forma que su parte superior era como una gran pantalla en la que letras de colores parpadeaban y giraban , muy llamativo.

SIRENA DE VARSOVIA

Y a la misma altura…¡Una sirena! Sabía que estaba allí, fui a por ella. Era por un apodo que mis amigos me habían puesto «La Sirenita» , más merecido antes, que no salía del agua nada que te nadarás, que ahora. Pero bueno, que me fui a buscar a la sirena. Esta estatua, que también se encuentra en el centro histórico, en la Plaza del Mercado, tiene una bonita leyenda.

La sirena llegó a Varsovia a descansar un rato, pero le pasó como a mí, se enamoró y se quería quedar. Pero era un poco guerrillera y cuando las redes de los pescadores capturaban algo, ella iba a liberarlo. Así que quisieron capturarla y ella los embaucó con el sonido de sus cantos. Por desgracia, un comerciante ajeno a la ciudad, sí logró atraparla y sus ahora amigos pescadores la liberaron. En agradecimiento, prometió ser su defensora y desde entonces, espada y escudo en mano protege la ciudad. 🙂

No sé si la sirena llegó a la improvisada playa que había a las orillas del Vístula pero daban ganas de quedarse allí. Podías coger una tumbona y disfrutar del solecillo verano-otoñal. A cada paso dado, pensaba si podía ser más bonito. O en cada lugar señalado de mi mapa turístico, si merecía la pena acercarse. Y sí, podía ser más bonito y sí, merecía la pena como todo en Varsovia.

A la altura de la playa fluvial, me adentré en la ciudad de nuevo y fui al pequeño Parque Saski. Primero una inmensa explanada con una enorme cruz, después , la Tumba del Soldado Desconocido en honor a los caídos por Polonia.

PARQUE SASKI Y TUMBA DEL SOLDADO DESCONOCIDO

La explanada en realidad es la Plaza Pilsudskiego. Aquí estaba antes el Palacio Saski. Y la cruz conmemora una misa que ofreció en 1979 Juan Pablo II.

Seguías y comenzaban los jardines, las esculturas, las fuentes, los  puestos ambulantes con banderas y música polaca…

 

LLEGANDO AL CENTRO HISTÓRICO DE VARSOVIA

No sé los kilómetros que llevaban ya mis piernas pero empezaba a morirme de hambre y decidí irme a comer. La calle Krakowskie Przedmiescie es perfecta para ello. Es además una de la calles, a mi gusto, más bonitas por las que pasear. Es muy larga, y une el inicio de la zona más céntrica, con las plazas del centro histórico.

Al estar tan cerca la universidad, es una zona joven y llena de vida. A lo largo de ella se pueden ver el Monumento a Copérnico, la entrada a la Universidad, distintas iglesias, el mítico Hotel Bristol… Hasta llegar a una de las plazas de la Ciudad Vieja con la famosa Columna de Segismundo y el Palacio Real.

Y con esta foto me acabo de acordar de que la noche en que llegué, lo hizo también el presidente Erdogan. Un despliegue de policía y seguridad, sirenas, lujosísimos coches oficiales con las banderas turcas, estas ondeando también a lo largo de toda la calle… No te dejaba indiferente. Cuando más tarde pasé de nuevo por el lugar en que el presidente polaco lo recibía, decenas de personas se agolpaban en la calle manifestando su descontento.

Y me he ido un poquito por las ramas ¡pero retomo ya!

QUÉ COMER EN VARSOVIA

Era la hora de comer y en muchos de los locales del centro histórico de Varsovia, las fotos de los platos típicos estaban bien a la vista, para entrarte por los ojos sí o sí. Escogí uno de los primeros que vi agradables y entré. Primero tomé una de las sopas típicas.

Es una sopa de remolacha (la retiran y queda solo el agua de la cocción)  con toque un poco dulce y picante y, raviolis rellenos de champiñones y calabaza. La verdad es que estaba buenísima. Con el segundo metí un poco la pata porque pedí la versión frita sin querer. Estaba muy bueno pero imposible terminarse todo, era muy saciante.

Se llaman Dumplings y están rellenos también de calabaza y champiñones, pero puedes escogerlo con carne, queso, mezcla de estos y verduras… Por todo eso y un agua, no llegaba a los 10 euros al cambio.La noche anterior había cenado otra de las especialidades más típicas.

Una sopa de verduras (llevaba algo más porque era muy densa y pesada, no me la pude terminar) con una salchicha parecida a las de Viena, un poquito de pan y medio huevo con una salsa que me pareció horrorosa . Estaba todo bueno menos la salsa, no sé explicar el sabor pero era de las más fuertes que probé, no me gustó nada. En ese caso la cena no llegó a los 5 euros. Baratísimo. El resto de comidas y desayunos fueron compras en el supermercado donde también los precios eran fantásticos.

Y con estas seguí callejeando por el casco viejo. Aquí te incitaban al postre y lo más típico eran los helados kilométricos y los gofres como los del cartel de la foto.

MÁS COSAS QUE VER EN VARSOVIA EN UN DÍA

En esta zona predominaban, a parte de esos puestos, también los de recuerdos. Pero a parte de los imanes, tazas…Típicos que encuentras en todas partes, no vi nada realmente característico ni especial.

PLAZA DEL MERCADO. CENTRO HISTÓRICO DE VARSOVIA.

En la Plaza del Mercado, me encontré de nuevo con la sirenita, versión reducida. Esta plaza para mí es de los sitios más bonitos e importantes que ver en Varsovia en un día.

Es un sitio encantador. Ella estaba en el centro; alrededor: bancos, palomas, multitud de artistas exponiendo su obra, sus láminas y pinturas… Y envolviéndolo todo, esas fachadas de color pastel, en perfecta armonía unas con otras.

En Varsovia , a principios del siglo XIV,  comenzó a construirse una  muralla. Esta aún rodea  parte de la zona vieja, a muy pocos pasos de esta plaza. Bordeando su zona externa se encuentra el Monumento al Pequeño Insurgente.

Este pequeñín de infancia robada, con su enorme casco y su fusil, recuerda a todos los niños que en 1944 defendieron su ciudad en el Alzamiento de Varsovia. Es realmente triste.

A un par de calles de allí, en la Plaza Krasińskin , otro monumento recuerda también este episodio y a los 250mil civiles muertos en aquella rebelión de casi dos meses contra el ejército nazi.

 

CEMENTERIO POWAZKI

Como aún tenía un par de horas antes de que anocheciera, decidí ir a uno de los cementerios más famosos de Polonia, el Powazki. Estaba bastante más lejos de lo que pensaba en un principio y, eso me dejó unos escasos 20′ para poder ver algo y llegar a tiempo al Polin o Museo de la Historia Judía. Pero mereció la pena la caminata. El cementerio es enorme y contiene los restos de múltiples personalidades polacas. Desde deportistas, compositores, premios nóbeles, militares… Hasta uno de los presidentes de Polonia o los cientos de soldados y civiles fallecidos en la Segunda Guerra Mundial.

En la entrada hay unos carteles que explican la distribución de las tumbas y qué ver en cada sección. Con el poco tiempo que tenía, simplemente me acerqué a las más próximas a la entrada. Había un sendero larguísimo que atravesaba todo el cementerio dando una idea de lo impresionante de su longitud.

Las tumbas eran bonitas, la mayoría de piedra. En algunas, alguien había dejado cruces hechas con castañas. En otras había flores, farolillos, que fue algo que me llamó muchísimo la atención…

Y como allí también el otoño se empezaba a hacer  notar, había pasillos enteros casi sepultados de hojas caídas.

No deja de ser un cementerio pero con un encanto especial.

MUSEO POLIN

Después de eso, conseguí llegar al Polin una hora antes de que cerraran . En este museo, a parte de hacer un recorrido por toda la historia judía, desde su origen a la actualidad, se puede también ver exposiciones. Hice el recorrido con una audioguía . Realmente aprendes un montón de cosas, pero al principio algunos de los audios me parecieron demasiados largos y densos.

Dentro, a medida que avanzas, ves recreaciones de partes de un pueblo, de calles durante la Segunda Guerra Mundial… Lo que más interesante me pareció fue la parte del Holocausto pero toda la visita es general está bien.

Al salir eran poco más de las 18,15 pero ya había oscurecido.

CENTRO HISTÓRICO DE VARSOVIA DE NOCHE

En otras ciudades no me gusta mucho estar sola de noche, pero allí estaba súper cómoda, muy tranquila.  Así que volví a las calles del centro para verlas iluminadas y después caminar con calma al hotel , preparar la maleta para el viaje de vuelta y descansar.

De haber tenido un día más, hubiese ido a visitar la Sinagoga, el otro lado del río para ver el Zoo y el Barrio de Praga, y me seguiría perdiendo por esas calles maravillosas del centro histórico de Varsovia. Puede que tenga excusa para volver… 🙂

Espero que te haya gustado esta entrada de qué ver en Varsovia en un día. Cuando algo te llega al corazón, creo que se nota. No sé si supe transmitir  ese sentimiento, esa conexión, ese sentirse como en casa. Y lo voy a poner en mayúsculas porque ACONSEJO VARSOVIA AL 100%. Tanto me gustó, que al día siguiente me equivoqué de aeropuerto ¡y no me quedé de milagro!

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